Monday, June 10, 2013

TODO TIEMPO PASADO, FUE MEJOR?


Todavía no he recorrido el mundo, no he tenido el tiempo o el dinero, o los dos juntos a la misma vez. Pero tengo amigos y familiares por todos lados: Argentina, Chile, Brasil, Perú, Venezuela, México, Estados Unidos, Canada, España, Francia, Inglaterra, Italia, Israel, Dubai, India y Australia. Y en todos lados, la tendencia es la misma. Antes cada país se identificaba mucho más con su cultura, ahora, tecnología de por medio, no tanto.

Los jóvenes de hoy creen que ya soy viejo cuando les cuento que hay un antiguo dicho que dice: Todo tiempo pasado fué mejor. Creen que de verdad yo creo que es así. Que soy uno de esos viejos que se han quedado en el pasado y se resisten a crecer y a adaptarse al cambio. Pero no es así. Mi problema es que, estén donde estén estos amigos, no veo que hoy sea el mejor momento para nadie. A lo que me resisto es a vivir el momento sin interesarme por el futuro y sin analizar las experiencias del pasado. Me resisto a vivir la vida como un adolescente que cree todavía cree que los padres no tienen la razón en nada y que cree que todo lo nuevo es mejor, no importa lo que sea, mientras esté de moda, sea lo que el resto de las personas que en su círculo acepta como verdad y no implique el esfuerzo de la espera por la recompensa, sino la satisfación rápida e inmediata.

Mis padres  fueron los que me hablaron ese dicho por primera vez, solo porque lo decían mis abuelos, porque tampoco ellos creían en él. “Todo tiempo pasado fué mejor?” No. Mi padre tuvo que trabajar muy duro desde niño para sobrevivir y ayudar a su familia, mi madre también. Pero los dos pretendian labrar un futuro mejor, no solo para ellos, sino también para sus hijos. Lo que hacían, lo hacían pensando en el futuro y en lo  que sería mejor y daría mejor frutos, no solo en el ahora, sino en el futuro. Ellos vivieron el hoy muy poco, pero pensaron en el mañana muchísimo. Tuvieron el tiempo y la visión para hacerlo. Y aunque se equivocaron en muchas cosas, como todos en su tiempo, no lo hicieron concientemente. Siémpre creían que estaban haciendo lo mejor. Siempre pensando también en el futuro.

Mis abuelos, por otro lado, apenas pudieron pensar en el futuro. Apenas tuvieron mucho tiempo para vivir su presente. Salir de sus países de origen, adaptarse a otras culturas y a otras lenguas. Adaptarse a tierras a las que habían llegado sin dinero pero con muchas esperanzas de que vivirían una vida mucho mejor. En su mayoría, sufriendo huellas, heridas y pesadillas que después de varias guerras habían desquebrajado su pasado, ese pasado que sí era mejor, porque en él había esperanza.

Pero que es lo que importa en el día de hoy? Sabemos mucho más que los que nuestros abuelos aprendieron en toda su vida. Pero ellos reciclaban. Tenían que ir a las tiendas con botellas y envaces vacíos para que los vuelvan a llenar o cambiar por otros nuevos. Nada de tiraba a la basura. Botellas de vino, de aceite . . . y las galletas, el azucar, la harina, los fideos, todo venía “suelto”, nada envasado o en paquetes descartables. 

Y ni que contar de la carne, la verdura, el pescado, el queso, los fiambres.

Las amas de casa iban a las tiendas con sus bolsas de compras, la mayoría cocidas o tejidas por ellas mismas o por las abuelas de la familia. El pan era caliente recién salido del horno, en la panadería de la esquina, todos los días. El lechero entregaba leche pura que había que hervir antes de tomarla.

Cierro mis ojos y me pongo a pensar: cuántas bolsas de plástico, bandejas de telgopor, cajas, latas y envoltorios he tirado a la basura todos estos años? Yo solo. Y multiplico todo eso por todos mis amigos, los de Argentina, los de aquí y los de allá y me dan escalofríos.

Cuando dejamos de pensar en el futuro y pensamos solo en lo que conviene hoy, en lo que hace la vida más rápida y solo más rápida; porque ni es económico, ni es saludable, ni es más sabroso. Todo viene envasado desde quien sabe cuando, lleno de preservativos, pero están al alcance en un estante en el supermercado gigante al que vamos en automobil porque volvemos cargados y a veces sin siquiera haber hablado con un cajero para pagar.

Cuando comenzamosa permitir que nuestros hijos dejaran de jugar en la calle para enfrascarse en sus videojuegos y pararan de comunicarse con el mundo exterior.

Cuando comenzamos a vivir para trabajar, porque el dinero que entra está muy por debajo del dinero que sale y no a trabajar para vivir una vida como Dios manda.

Cuando nos olvidamos que estamos aquí para ser felices y hacer felices a los demás, no para vivir de forma miserable, porque no podemos lograr lo que tiene el vecino, al que le hacemos la vida miserable solo porque logró lo que nosotros no pudimos, sin siquiera ponernos a pensar que ese mismo vecino piensa exactamente lo mismo de nosotros.

Cuando dejamos de compartir fechas importantes con familiares y amigos, porque nuestras obligaciones no lo permiten y los dejamos de lado, cambiando esos momentos irreemplazables por horas extras para ganar más y así poder pagar esos artefactos caros que nos ayudan a sobrellevar nuestra soledad.

La lista es gigantesca. Compramos armas porque decimos que queremos defendernos de los que compran armas, odiamos a los que se aman porque son del mismo sexo, hacemos lo imposible por evadir impuestos pero somos los primeros en quejarnos cuando el govierno corta programas de ayuda indispensable, preferimos tirar a la basura todo los que no usamos porque no tenemos ni siquiera el tiempo para donarlo a quien lo necesita, cortamos un árbol porque nos cansamos de juntar hojas en el invierno, no atendemos la llamada de un amigo cuando decimos que estamos cansados y nos sorprendemos cuando no nos atienden el teléfono cuando somos nosotros los que llamamos . . . La lista es gigantesca.

Qué nos ha pasado. Será cierto que todo tiempo pasado fué mejor? Tiempo en el que se dejaba la puerta de calle sin llavé y se decía “entrá” cuando golpeaban porque sabíamos que era un amigo o vecino que venía a visitarnos, tiempo en el que aprendimos que había que amar al prójimo como a nosotros mismos, tiempos en los que hasta dábamos el diezmo en la iglesia porque sabíamos que ayudaría a los necesitados y que nuestro dinero no iría a parar al nuevo Mercedes que se compró el cura, tiempos en el que nadie le pedía al govierno a no ser que fuera por una verdadera necesidad y se hacía hasta con verguenza, tiempos en los que la ropita de nuestros hijos pasaba de mano generación por generación, y también los zapatos, y los juguetes y los muebles y los autos y las sobras de comida. Tiempos en los que plantábamos un árbol con nuestros hijos y los llevábamos a jugar al parque parque crecieran, jugaran y compartieran al aire libre. Tiempos en los que siempre había tiempo para los amigos y que cuando nos los veíamos por un tiempo nos preocupábamos y éramos nosotros los que íbamos a ver que pasaba . . . Esta lista también es gigantesca.

Creo que sí, me estoy poniendo viejo. Creo que sí, “todo tiempo pasado fué mejor”. Y lo que más lamento es que a pesar del progreso, a pesar de todas esas cosas maravillosas que nos ayudan a sobrellevar la vida cada día, nos hemos olvidado de lo que realmente vale en la vida y definitivamente, al vivir el hoy por hoy, en un modo absolutamente materialista, nos hemos olvidado de amar. Por supuesto que no podemos amar a nuestro prójimo; nos hemos olvidado de amarnos a nosotros mismos. Hemos olvidado de como cuidar de nuestro mundo que tarde o temprano se las va a cobrar. Y sabemos que será así y todavía no nos importa.

Qué nos ha pasado?

Wednesday, June 5, 2013

UN PROBLEMA DEL DESBALANCE


Cuando un gobierno decide que lo que el pueblo gana no es suficiente, la mayoría parece estar de acuerdo. Pero al momento de decidir cual es el procedimiento a seguir para que la situación cambie, las ideas comienzan a multiplicarse, aunque en dos tendencias, que generalmente, se mantienen inalternables en todos los países y que son: O se beneficia directamente a los pobres, subiéndoles los salarios y beneficios cueste lo que cueste, o se reduce la presión arancelaria a los empleadores para que estos a su vez puedan ofrecer mejores pagos y condiciones de trabajo.

Lamentablemente, después de tantos años de historia, tanto en países extremadamente capitalistas como en los Estados Unidos o países con tendencias izquierdistas, como Venezuela y ahora Argentina, los gobiernos no se dan por aludidos de que ninguna de las dos tendencias es efectiva y que al final de la trayectoria de sus respectivas leyes y decretos para justificar un cambio necesario, lo único que se logra es empeorar la situación o estancar la economía, en el mejor de los casos.

Para esta nota, voy a utilizar solo casos estremos y reales, pero sin dar nombres, ya que los negocios y compañías a los que me voy a referir no son los únicos en establecer estas prácticas y quiero que todos vean el problema a nivel general, de país, y más especificamente de decisión de gobierno y no como casos corporativos o de pequeños negocios aislados.

Para comenzar, vayamos un poco hacia atrás, a una época en la que todo parecía ir mejor en todos lados: Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Y para este caso, hablaré de algunas decisiones gubernamentales y corporativas que, bajo mi punto de vista, son los responsables fundamentales de la situación actual.

“A” es una corporación billonaria, una de las fortunas más grandes del mundo corporativo capitalista, establecida en los Estados Unidos. “A” tiene inversionistas ricos muy contentos con las recaudaciones anuales y sus empleados, aunque en una clase social muy por debajo a la de estos inversionistas, usualmente llamada clase media, también contentos ya que trabajan para mantener y educar a sus familias y hasta para tener unos ahorritos y darse unos gustos de vez en cuando, como mejoras inmobiliarias, entretenimiento, vacaciones, y hasta algún que otro artículo de lujo. 
Pero “A” debe seguir creciendo, porque toda compañía que no crece se estanca y hasta puede llegar a desaparecer. Y para hacerlo, “A” decide cambiar las cosas. El costo operativo es considerado muy alto, salarios y beneficios de empleados inmantenibles e impuestos exorbitantes en el area donde “A” está establecida. 
La presión para lograr este cambio llega por parte de los inversionistas que ven sus ingresos estancados. La compañía ha dejado de crecer. Comienzan a vislumbrarse problemas para lidiar con la competencia (Llamémosla “B”) que aunque ni cerca de convertirse en más productiva que “A” , está yendo muy bien. Entonces: Qué debe hacer esta corporación para seguir creciendo? Primero y principal, buscar otra área donde producir para que su producto sea más barato, no solo para bajar los precios, sino para subir las ganancias.
Una vez establecida esta área, cerrar las instalaciones que producían en el país de orígen, y comenzar producción en el extrangero . . . digamos por ejemplo China. De esta forma se disminyen los costos operativos ya que las regulaciones y leyes en China no serán tan rígidas como en el país de origen; los salarios y beneficios serán infimos en comparación a los de sus antiguos empleados, y los impuestos que la corporación debe pagar en su país de origen, estarán reducidos a su mínima expresión. Los inversionistas se pondrán felices de esta transformación y generalmente el CEO o los directivos más importantes de esta corporación recibirán una bonificación multimillonaria por haber logrado semejante éxito. 
Por otro lado, miles de empleados se han quedado sin trabajo, por consiguiente sin poder adquisitivo. Ya ni pensar en artículos de lujo, vacaciones, entretenimiento, mejoras inmobiliarias. Los pequeños gustos se han convertido en prohibiciones, los ahorros se evaporan y educar y mantener a la familia se hace cada vez más caro, sino imposible. Esta clase pasa de ser clase media a ser clase media baja o pobre y pide ayuda al gobierno.

Aquí es cuando el gobierno, principal responsable de las calamidades de este mundo, trata de reparar el daño infligido a la sociedad por su descontrol falta de regulación. El haber permitido la fuga de, no solo capitales, sino de trabajos al extrangero, la falta de cálculo y táctica apropiada ha dejado en el país una carga social muy dura de sobrellevar. El nivel de desempleo y pobreza aumenta y así desestabiliza la economía que hasta entonces parecía floreciente.

Qué hace el gobierno? Bueno, bajo la clásica forma de actuar, tiene dos opciones.
Alivia la carga impositiva a la corporacion para que esta vuelva a contratar empleados locales y mejore los salarios nuevamente o crea programas de apoyo social para ayudar a los afectados.

Mientras todo esto pasa, el resto de la clase media, los que son trabajadores independientes, los que tienen sus propios negocios, llamémoslos “C”, los que están comenzando o los que continúan con negocios familiares establecidos por años, no tienen otra alternativa que esperar, esperar a que el desbalance se componga para seguir adelante y depender generalmente, de las resolucones a tomarse en este sistema arcaico que, en una dirección u otra, siempre tomará la desición equivocada.

El tiempo pasa y la burocracia gana. “C” comienza a cerrar sus puertas. Sus pocos empleados van a la calle convirtiéndose en una carga más para la sociedad. Los dueños de “C” se retiran, se van del país, tratan de convertirse en empleados ellos mismos o, en el peor de los casos, también se convierten en una carga para el país.

La clase media se reduce, la clase pobre aumenta y la clase rica se enriquese.

En un país con tendencias izquierdistas, el gobierno tomará las riendas tratando de salvar lo que pueda, asegurar que los pocos empleados que quedan conserven su trabajo, todos su beneficios y suficientes días de descanso, sean empleados de “A”, “B” o “C”, no importa los ingresos ni la productividad. 
Se asegurarán también de que estas corporaciones no se lleven el capital del país y pondrán leyes más estrangulatorias e insostenibles a largo plazo, solo para proteger a lo que queda de la clase media y a la clase pobre todavía empleada y, para asegurarse que sus programas sociales son cumplidos sin cuestionamiento alguno, tratarán de influenciar en corporaciones extrangeras, en la opinión pública y en los medios de prensa, llegando inclusive a extremos, como la expropiación.

Como resultado, las corporaciones que decidan mantenerse productivas, no tendrán más alternativa que, debido al nuevo aumento de su costo operativo, subir el precio de sus productos, reducir sus operaciones a lo meramente escencial y despedir más empleados. Las compañías extrangeras expropiadas se convertirán en una nueva carga a sostener por este gobierno que lo justificará como programa o ayuda social contra un capitalismo explotador y descontrolado.

Este círculo vicioso terminará estrangulando la economía de cada país que participe en semejante modelo. (Y esto es solo un pequeño ejemplo del daño que estos gobiernos populistas pueden llegar a hacer. A los que deseen ver más sobre los resultados, tenemos ejemplos bien claros en casos como Cuba, Venezuela y ahora Argentina.)

Pero también están los otros gobiernos, los que creen que saben el peligro de convertirse en un gobierno populista y deciden ir en una dirección completamente opuesta y extremadamente capitalista, donde lo único que interesa es el ingreso y el crecimiento a toda cosa: recuerdan, lo que nos puso en esta situación al comienzo?

Estos gobiernos, en una ignarancia absoluta del pasado y de la historia, desesperados por satisfacer las exigencias corporativas para mantener la productividad en el país, vuelven a repetir el ciclo vicioso, cortando impuestos y facilitando el crecimiento corporativo, con la promesa de que estas mismas corporaciones volverán a emplear y otorgar salarios dignos a sus empleados.  De esta forma el ciclo debería, según ellos, repararse para convertirnos nuevamente en una sociedad productiva y feliz.

Bueno, esto tampoco funciona!

Las dos tendencias, los dos modelos, están condenados al fracaso porque se enfocan solamente en el éxito de unos pocos y hasta ven con desprecio la participación, necesidades y exigencias de los otros. No hay un balance.

Es por eso que tenemos un globo dividido en una Europa con un 15 % de desempleo, una Latinoamérica patéticamente seduciendo la idea del comunismo y el resto de los países capitalistas divididos de dos y tirando para ambos lados de una soga que está a punto de cortarse.

Y finalmente tenemos a países como China, que se han convertido en la salvación de estos monstruos corporativos con la ayuda, (inconciente e ignorante?) de nuestros propios gobiernos. 
Ha visto alguien el poder adquisitivo de China como país, como gobierno? A nadie le interesa que le hemos estado sirviendo un banquete gratis durante décadas mientras ellos se afilaban los dientes nuevamente? Nadie ve el peligro?

Si hay país o gobierno que definitivamente terminará ganando en este desbalance, es país es China.

Mientras tanto, los goviernos de derecha e izquiera seguirán en la encrucijada de ver a quién salvan primero: a “A”, a “B” o a “C”. El resto seguiá viendo la caída irreparable y quizás sin regreso, en la que la clase media continuará reduciéndose hasta desaparecer, la clase pobre aumenta a niveles fuera de control y la clase rica se enriqueserá a niveles nunca antes vistos. Y ese es el verdadero peligro.

“Hay un monstruo que se está afilando los dientes, mientras la presa se divide y se debilita”